Desde la ventana siempre abierta

Porque hay amaneceres que en vez de barcos atracando en el puerto, vemos un elefante que nos sorprende para acompañarnos a desayunar, y al día siguiente unos ositos colgaos del tendal. Señales de que el circo aún sigue instalado y de que los vecinos de arriba ya llegaron a veranear.

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