sábado, marzo 04, 2023

El camino de la artista

Frío, triste, decisivo y solitario febrero de 2022. Reacciono a una historia instagramera de la mismísima Nata Moreno, y ella me responde "Léete: "El camino del artista". La curiosidad por esa recomendación de quien apenas me conoce de nada (que me pareció tan directa como brusca porque soy sensible a detalles que parecen insignificantes), me llevó a comprar ese libro, después de buscar información donde decían que era recomendable para cualquier artista y que siempre daría herramientas útiles para todxs. 

Lo comencé a leer con Pancho a mis pies. Continuaba de a poquitos, asimilando qué onda (me) decía la autora. Me malvibró que nombrara tanto a un tal dios, y me pareció muy serio, y un tanto repetitivo, salir de sus adicciones volviéndose alguien que propone/impone ese espíritu creativo. No me encajaba aplicar el mismo método para superar una adicción con lograr ser creativa, si yo estaba desmotivada por sentirme triste, humillada y engañada por lo que creía era una amistad de tantos años.

Pero como me gusta cumplir mi palabra, o al menos intentarlo, comencé a hacer las actividades según indicaba, quizás arrastrada por la niña aplicada que fui o tuve que ser. Siempre había algo que me sorprendía en positivo (como algunas cosas que casi nadie te suele decir que prestes atención) pero otras que no me gustaban, ni encajaban con mi forma de ser, ni de trabajar, ni de crear. Siempre latía esa sensación de "pero yo no estoy/soy así" porque yo sabía que lo que me bloqueaba eran el frío y la tristeza. 

Una de las tareas en las que hace especial hincapié para "volvernos creativas" es escribir a mano 3 páginas cada mañana como primera actividad del día. Sí. Escribir lo que sintamos, ya sean las tareas domésticas del día, el sueño/pesadilla que hayamos tenido, la lista de la compra, las ideas, preocupaciones, locuras y demás ocurrencias... Escribirlas.

Sin contar que habemos gente lesionada que nos duele escribir tanto a mano, y además con enfermedades crónicas que siempre nos condicionan. Me lastimé bastante el brazo derecho, más de lo que lo tengo, gracias a la señora Cameron. Entonces comencé a escribir menos, pero manteniendo la rutina cada mañana. Con sueño y ruidos vecinos. Lo logré, pero lo fui dejando. Aún así, llené la libreta amarilla, que hacía tiempo había comprado en la desaparecida librería Montáns, a la que les puse una pegatina de mis Besosdearbol y otra de mis íntimas melenas, que guarda cientos de páginas que se convirtieron en el diario que por unos meses logré llenar de recuerdos, pasados y presentes con firmes propósitos, pero era de esas cosas que, desde hace décadas, escribo igual en mis otras libretas, con la gran diferencia del momento y la obligación de escribirlas. 

Admito que hubo temas que si no hubiera leído parte de ese libro no me los hubiera re-planteado, como la maravillosa lista de recordar a quienes me habían dicho cosas lindas de mi manera de pintar, y que desde entonces sigo teniendo en mi cuaderno de bocetos. Pero también me di cuenta de que, una vez más, no encajaba con los tipos de artistas/creativas de los ejemplos que daba. Por eso no me apeteció seguir a sus órdenes. Y como cada primavera, volvió a rebrotar y brillar mi creatividad, y logré pintar a pesar de problemas de salud constantes. 

Siento decir que a mí no me resultó decisivo, si no anecdótico, casual, y a veces un tanto molesto, indiferente y lejano geográficamente.

Aún así, de todo se aprende, como seguir en mi camino, el mío, el de la artista que prefiere los carreiros con regatos rodeada de margaritas rebeldes, mariposas blancas, conejos mágicos y manzanas silvestres, al asfalto infinito y directo a las supuestas estrellas de falsas luces y reconocidos premios que ocultan auto-descuidos, contaminación, clasismo y machismo. 

En mi camino de 2022, a pesar del dolor y el llanto, pinté semillas, tierra, lluvia, arcoiris, flores menstruales, luces de escenario, y plantas de Frida que se transformaron en decenas de calendarios viajeros. Ahora en el 2023 sigo dando forma a mares fríos y contaminados a los que les esperan recompensas de hoguera, algas y flores, con los tejidos desvanecidos de un viaje, junto a miles de lunas, sueños y olvidos.

Gracias Julia y Nata por el nuevo aprendizaje para mejorar la técnica de "pintar mi raya".

Gracias AM por respetar mi espacio y darme el cuidado tan necesario. Sigamos en nuestro camino enrevesado, donde sabemos detenernos a ver la belleza de las hojas cuando caen y se regeneran.

Gracias a todxs lxs demás.

 

Fotos: Yo, la artista.

 

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