viernes, abril 21, 2023

"Una queriendo ser dos" 23 años después

 

Una queriendo ser dos (óleo sobre lienzo; 100 x 70 cm)

Marta, 2000 

Así firmaba por ese entonces, en México descubrí que la hache intercalada que me escribían de manera natural, aquí incomodaba con su silencio, y me la adjudiqué al nombre artístico.

Escrito en primavera de 2023:

Tengo muchas obras inspiradas en Frida y sus cuadros, como algunos grabados o sus latidos de tehuana, pero éste es mi único retrato oficial de Frida. Lo pinté en junio del año 2000, terminando 2º de Bellas Artes, porque tuve que ir al examen final. Teníamos 3 profes a lo largo del curso. Una profesora me puso un aprobado porque "no hiciste la opción que yo te dije, si no la que tú decidiste" (ahora es profe de una ex alumna mía y se entienden); la otra profesora me puso un notable diciéndome "es un cuadro muy bonito, está muy bien pintado, pero no lo pintaste en clase" (la timidez me bloqueaba para pintar en clase rodeada de gente des-conocida); el otro profesor me suspendió todos los trabajos que hice, porque los días de sus clases, iba vestida con camisas de mi padre y super tapada para que él no viese ni medio centímetro de mi piel (tenía compañeras que se medio despelotaban para sus clases y aprobaron como si nada). Por eso, me mandaron al examen. Un mes después, el profe de pintura que me dio clases en 1º y 5º, visitó una expo que hicimos varios colegas, y lo que más le gustó fue la obra que tuve que repetir y jamás fue del agrado para ese otro profe baboso. Así "la educación artística".

El examen de junio fue así: Nos indicaron que llevásemos nuestros materiales de siempre con un lienzo de 100x70cm (así de bolsillo, tan incómodo de cargar con todo lo demás). Llegaron 1 hora tarde, ni se disculparon. Nos dijeron que el examen consistía en: Pensar una obra de arte conocida y reinterpretarla en ese lienzo. Entre Graciela Iturbide, Mona Hatoum, Ana Mendieta y Frida Kahlo, elegí "Diego y yo" a modo de corazonada.
 
Nos indicaron que fuésemos a la biblioteca a buscar esa imagen, que podíamos fotocopiarla y luego pasarla con el proyector. Subiendo las escaleras a la biblioteca y bajando a copistería, iba decidiendo qué obra elegiría de las seleccionadas, y llegando al cuarto del proyector de opacos (la única vez que lo utilicé porque el tiempo se agotaba, pareciera una premonición de concurso de la tv donde todo es veloz y "te la juegas") esperé mi turno, y como "me molesta" el dibujo para pintar encima por eso casi nunca dibujo, marqué varios puntos para encajar el rostro de Frida, dejar espacio a lxs demás compañerxs, e irme corriendo al aula para comenzar a mancharlo de color.

Por suerte, no nos pidieron "obra finalizada" (más les valía), y lo terminé tranquilamente, dándole retoques finales ese verano en el estudio que tenía en casa de mis padres, antes de que el otro conviviente me lo destrozase todo por pura envidia y celos enfermizos. Recuerdo también que unos minutos antes de terminar el tiempo del examen, pasaron rondando a todxs para recordarnos los minutos restantes. En ese paseo, sin mirarlos pero sintiéndolos en mi espalda, escuché algo así: "Vaya caña le dio".

Cuando recogí los materiales, dejé la obra con los datos y me fui cargando el maletín de óleos, atravesando la clase porque buscaba un rincón donde no estar demasiado rodeada, casi huyendo de ese lugar tan desagradable para mí durante 6 años, y medio vi que la mayoría de examinadxs no habían avanzado tanto su cuadro. Entonces me di cuenta, una vez más, de que pintar tantos cuadros con mi profe Roberto M. Estanga desde que era bien pequeña y daba saltitos para cubrir la parte de arriba de los bastidores, de que yo sabía pintar, pero la mayoría de esos profesores me hicieron creer con sus comentarios (a veces ofensivos e hirientes por quedarme callada) que yo jamás sería pintora.
 
El tiempo que estuvo colgado en casa, alguien con quien tuve que convivir soportando demasiados años de violencia familiar, exigía siempre de malas maneras, cambiarlo de pared porque al cruzar el pasillo "esa mujer fea lo perseguía con la mirada". Ese cuadro "horrible" molestaba y asustaba a un violento y acomplejado marqués, como le decía la sabia T.  
 
En 2005 lo pude trasladar a "mi habitación azul" y siempre que vuelvo a ver mi interpretación, pienso en mi colección de libros de Frida Kahlo, desde aquel libro gordo de bolsillo que iba leyendo mientras caminaba hasta los demás que sigo coleccionando, en la película de Julie Taymor con Salma Hayek, en las visitas a sus casas de Coyoacán y la de San Ángel con sus correspondientes Besosdearbol, en los cursos online a los que asistí organizados por Lupita y Perla de la Casa Azul, en sus plantas y en el cuadro "El jardín de Frida" que logré terminar de pintar el verano pasado y convertí en un calendario tan querido. También en todos los Diegos o Dieguitos que pasan por nuestras vidas, en el sufrimiento del cuerpo y del alma, en la emoción de saber observar una flor para luego pintarla, y en todo lo que Frida pensaría al ver en quién la "hemos convertido". Siempre pienso que nos mandaría a todxs a la chingada y luego brindaría con su columna rota, sus trenzas y todas sus flores.

Ahora, buscando información, veo que ese cuadro "Diego y yo" que Frida Kahlo pintó en 1949 fue el último autorretrato de "busto completado" que se vendió por tropecientos millones de dólares convirtiéndolo en su cuadro más valorado (económicamente hablando) que supuso un record para la marca Frida y la obra de arte latinoamericana más cara vendida en subasta. Yo la elegí teniendo aún 19 años, y quise transformarla manteniendo el autorretrato de la pintora, de quien en ese momento sabía muy poquito de ella, apenas la canción de Pedro Guerra. Eliminé a Diego, y en su lugar puse un corazón humano, haciendo que la sangre de ese corazón se convirtiese en lágrimas y en venas a modo de cabellos más que vivos, porque a día de hoy, sigo creyendo que hacemos lo que nos diga el corazón, pase lo que pase.
 
El título que elegí, Una queriendo ser dos, está inspirado en una canción de Noa, que escuchaba mucho durante esos años. Quizá todas en algún momento queremos ser dos, porque todas somos muchas cosas, más que dos, pero a veces quizá todas soñamos con ser más una que la otra, aunque al final, el corazón nos guía y nos hace llorar y sentir, expresar y sonreir, descubrir y amar, o como dice la canción "fundirnos en un corazón" cuando la vida nos dice que estamos predestinadxs a vivir entre árboles y mar.
 
23 años después puedo decir que aquí sigo pintando, cuando la salud y la inspiración me lo permiten.  Gracias Frida.

Una de las muchas imágenes que encontré googleando "Diego y yo".


**Actualización Inverno_2024: Ya por fin volvemos a estar juntas, desde el pasado octubre mi espacio es tu espacio. Y desde hace unos lluviosos días de febrero te vuelvo a ver a diario, siempre sorprendiéndonos. Por fin estás en una pared segura, dudo si la definitiva, pero al menos segura. Junto a diferentes obras disponibles de las forzadas "Rebajas EspAciales". Gracias por tanto.



 

viernes, abril 07, 2023

Milpa de mi Corazón

 


Milpa de mi Corazón (Acrílico sobre lienzo; 1 x 3,20 m) 

Marthazul, primavera 2021.

 

La propuesta era el maíz y los 4 elementos. Pensé en milpa y un horizonte que uniese las 3 piezas del mural. Elegí una planta de maíz donde se viese desde la raíz a las hojas, flores y mazorcas, inspirada en diferentes plantas reales que gente de Galicia y de México cuida en sus tierras.


El maíz es el protagonista por eso está en el centro de la obra. A ambos lados están los cuidadores de la milpa. A la izquierda un nopal y a la derecha un maguey, también versionados en plantas verdaderas de aquí y de allá.


De todas las referencias que tenía, elegí un nopal de los más débiles que vi hace años en la zona de Teotihuacán, añadiéndole la penca media luna de otro de los infinitos nopales que hay frente a la pirámide del Sol. Las espinas son de diferentes colores, y en algunas pencas las sustituí por puntos típicos de bordados de ropa, a modo de diferentes puntadas de hilos que se pueden ver en las variadísimas prendas bordadas por manos indígenas, como el punto cruzado de las artesanías huicholas.


El nopal crece rompiendo un tejido que semeja un mantel de color rosa mexicano, que podría estar en cualquier mesa para servir comida. Junto al nopal vuela un colibrí que va en busca de una flor bordada, y en el mismo cielo revuelan hojas y flores de plantas de diferentes jitomates.


Las flores voladoras, que se ven en la primera parte, son detalles de unas artesanías típicas de barro de Metepec. Abajo crece una planta de calabazas galego-mexicanas con hojas y flores trazadas con líneas a modo de figuras de artesanía huichol. También vuelan diferentes flores de chiles que se van hacia la planta del maíz para seguir cuidando a la milpa.


En el centro cae lluvia como riego indispensable que el maíz necesita, y bajo el que se va enredando una planta de frijol, que le da sentido a la milpa. Abajo hay un gran corazón, imitando las artesanías de latón, con alas de fuego huicholas, que está dando toda la energía y amor a la milpa.


La tierra continúa su horizontalidad y se convierte en orilla de agua dulce y salada. El maguey crece en una zona aislada como metáfora de Tenochtitlán. Las pencas de maguey tienen muy variados usos, entre ellos, cubrir el horneado de algunos ingredientes para cocinar las recetas de determinados tacos. En una de las pencas hay una estrella, que representa el lugar donde vivía la diosa Mayahuel, que su abuela tenía prisionera hasta que ella decidió escaparse con Quetzalcoatl y al morir se convirtió en maguey.


Las mariposas monarca cruzan México desde el norte, una la vi hace años en su camino por Jalisco, y las otras las retraté viendo fotos de un Santuario de Monarcas del estado de México. 

 Un trabajo de 6 meses, desde pensar la idea hasta firmar el mural, más de 100 horas de decisiones y pinceladas, acompañada de café y mucha música, sobre todo mexicana, para ambientarme y sumergirme en la obra pintada en Galicia con destino a Cascais.


Marthazul, verano 2022.

domingo, abril 02, 2023

15 años conectada a una bomba de insulina

Casi 37 años viviendo con DMtipo1, y hoy "celebro" 15 años conectada a una bomba de insulina y su respectivo catéter clavado, que solo desconecto en momentos de libertad, con todo el quebradero de cabeza que supone hacer eso que llaman "vida normal". Pinchazos incontables, algunas veces con picores y dolores fuertes, llantos, mareos, sustos de sangre, siempre con cálculos matemáticos infinitos las 24horas, auto-observación y tropecientos pendientes más. A veces decido recluirme, para seguir caminando. 

Sigo con el mismo cacharro desde junio de 2016, porque aunque la pandemia fue la excusa para muchas cosas, no me la quisieron cambiar "cuando tocaba" en 2020 por mi negativa a llevar sensor de glucemias. Cosa que decidí  usar el pasado abril (por cansancio de escuchar a profesionales, y para comprobar en mi propia piel si era cierto lo que decían) y, comprobé que nada se cumplía, y para mí, resultó ser una tortura de 21 días llevar conectada la Tandem, y decidí regresar a la que aún tenía. En este tiempo de estar en el limbo de las desatenciones médicas (en parte motivada porque mi doctora de antes me dijo "Estoy cansada -de ti-, búscate a otro endocrino"), pensé en volver a las inyecciones de siempre. Conseguí que me lo aceptasen, probé y la pasé fatal porque fue un suplicio para mis músculos y mi piel (evidente cambio del cuerpo, con sus achaques y sensibilidades del paso del tiempo), además de que estuve casi un día en hiperglucemia constante con multipinchazos y casi sin comer. Entonces volví a decidir conectarme a "mi bomba", por descarte. No había de otra. Pero también sé que si no me hubiera atrevido, me quedaría con la duda de no haberlo intentado, creyendo que sería mejor.

Aún así, en estos meses revueltos, conseguí algo inesperado por todxs: bajar la dichosa HbA1c que llevaba años trepadita. Y sí, lo logré yo sola, sin doctoras, ni sensores, y con una bomba que dicen que no valía para nada. El remedio, me lo guardo, como uno más de mis tantos secretos.

Toca seguir pensando y tomando decisiones glucémicas sin que nadie lo note, será un super poder que tenemos quienes nos tocó vivir con esto. 

Hace relativamente poco, alguien que creía más cercano de lo que casi nadie se imagina, me dijo: "Tú eres muy fuerte y puedes con ese aparatico y mucho más; ya tú sabes, hay que tirar pa'lante". En su momento me lo creí, como todo lo demás que vi y escuché, pero la verdad que tengo momentos en que estoy cansada de ser fuerte, de tener que aguantar, de atreverme a decir lo que siento y que no me escuchen, de que no le den importancia a mis sensibilidades.

Pero aquí sigo, aunque tropiece, aunque me cueste un chingo levantarme, aunque me maree, aunque llore un río, aunque sienta diferente a la mayoría.

Y en parte es porque tengo la suerte de contar con un puñadito de personas que sí saben cuidarme, escucharme y entenderme, a quienes les puedo contar mis dramas y mis luces y me regalan consejos de verdad, aunque siga siendo una diabética indomable.

Y lo seguiré siendo, aunque tenga momentos de absoluta debilidad, de repente aún me queda fuerza para seguir autocuidándome, y lograr enfocarme para trabajar en nuevos proyectos, ya sean lienzos, calendarios o libros, agradables paseos, charlas reconfortantes o inesperados conciertos.

Gracias a lxs de siempre, a lxs nuevxs, e incluso a quienes decidieron irse dejándome más heridas, pero en especial a quienes seguís aquí, que lo compensáis todo, ya sea a unas calles, en el pueblo de al lado, o a cientos y miles de km. Siempre gracias.

Fotos: Marthazul

 

16 años conviviendo con bomba de insulina

  Casi 38 años conviviendo con Diabetes Mellitus tipo1 y hoy cumplo 16 de vivir conectada a una bomba de insulina: La azul, la violeta, la r...