domingo, abril 12, 2009

Crónica de una meada

Hace una semana, 5 de abril de 2009, domingo de Ramos para ser más exactos, sucedió algo asqueroso y vergonzoso en el portal del nº 19 de la calle Edelmiro Trillo de Vilagarcia de Arousa.

Pasé la tarde en mi estudio, como siempre, poniéndome al día en mis cosas... Para mis clases tengo horario definido, el típico de atención al público, como mis vecinas... pero esto de ser artista tiene una peculiaridad, entre otras muchas, como no tener horarios creativos, y por eso tengo que decir que, por ejemplo, trabajo los domingos y descanso los miércoles...

Hace unas semanas tuve un problema con la cerradura del portal de nuestras oficinas. Justo un sábado por la mañana, en plena maratón fotográfica, y a duras penas pude resolver el percance con un cerrajero y unos sorprendentes euros... Como sorprendente fue la necesidad urgente de no esperar a lunes que "es cuando se trabaja"... Y es que aunque sea la planta de Oficinas, de dentista, de abogadas, de políticos, etc, pues hay unos pintores que hacemos parte de nuestra vida allí y no tenemos horarios de inspiraciones y demás conexiones.

Desde los viernes al mediodía ya nadie trabaja, y estoy acostumbrada a estar sola (solos) el fin de de semana, hasta el lunes que regresa la actividad, como en cualquier lado.


Después del problema de la cerradura temo que me vuelva a quedar encerrada de puertas pa'fuera o de puertas pa'dentro, y entonces, con mi buena fe, el domingo pasado dejé el portal abierto como suele estar de lunes a viernes..

Pero sucedió algo que sobrepasa como se podría decir “de castaño oscuro”.

Estaba entretenida con mis cosas cuando comencé a escuchar un griterío exagerado de chavalitos malgastando su tiempo. Sus carcajadas no me dieron buenas vibras pero la calle es libre no? Y como muchas otras veces, pues te aguantas... aunque las ganas de soltar un cubo de agua fría no faltan.

He sido testigo de anécdotas de jóvenes que se apoderan de los escalones de nuestra entrada, que dejan colillas y cáscaras de pipas con envoltorios de otras guarradas, o hacen estúpidas pintadas, o también de sorpresas de adolescentes enamorados aprovechando un rincón oscuro para explorar sus ansias.

Pero el domingo 5 de abril, sobre las 9'30 pm, decidí recoger y cerrar mi estudio hasta el lunes. Todo bien hasta que me encuentro con una asquerosa sorpresa: una tremenda meada en el descansillo de las escaleras. Al bajar vi la pared mojada y el suelo, y en seguida supe que no era agua si no orina, agh!!

Preferí pisarlo para seguir bajando que no regresar y limpiarlo y ya. Bajé y 4 niñatos estaban sentados en los escalones de la entrada común de oficinas y viviendas del nº 19. Me detuve en la puerta, donde los buzones, y 2 de ellos se voltearon, y me miraron con cara de malos actores haciéndose los inocentes. Unos segundos de silencio mirándolos fijamente... y al rato les pregunte que quién había sido el gracioso???... y como era de esperar, nada de nada, se hicieron los sorprendidos. Insistí diciendo que quién se había meado en las escaleras y respondieron “ ay no sé, sabe dios”.

Pues sí, dios sabrá!!

Cerré la puerta con un golpe
fuerte y seco y bajé las escaleras hasta la calle.

No supe qué hacer. Mis vecinas no están el fin de semana y a los de las viviendas no los conocemos. Me dieron ganas de llamar a la policía pero tampoco iban a poder hacer nada, me refiero a pillar al malhechor. Si aun por encima, tengo que decir que tuve suerte porque no me hicieron daño. La verdad que también me sentí indefensa, una mujer sola, ya de noche, ante un grupo de niñatos de un futuro cada vez más incierto.


Lo más desagradable debió de ser para la señora de la limpieza. Se lo comenté a una de las vecinas el lunes, después de la mezcla de orines con cloro y detergente, pero qué se le va a hacer.
No sé decir si tienen 14 ó 17 años, pero eso ya es lo de menos... Lo peor es que se irían a sus casas a dormir calentitos, y sus familias siempre los defenderán y dirán “No, mi niño no... mira esos que salen en la tv desgraciando vidas”.

O quizá la madre de alguno trabaja fregando portales para poder comprarle los pantalones que él le exige. es que tristemente esas cosas pasan.

Creo que esto va mas allá del grado de travesura. Gran parte de la juventud no tiene inquietudes, y pierden el tiempo haciendo que los demás lo perdamos. Pero yo no me voy a callar, aunque no valga para nada mi grito, no voy a soportar más injusticias de quienes se chulean de tenerlo todo y no son nadie...

Se me ocurre que el castigo más correcto sería poder encontrar al responsable y que él fregase la meada y supiera qué es eso para no querer volver a hacerlo. Pero no, eso es una vergüenza, otra vez el no, mi niño no. Sigamos criando monstruos, porque haberlos hailos.
PD: si habéis sufrido meadas u otras asquerosidades o faltas de respeto en vuestras viviendas, qué se os ocurre???


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