Las ensaladas son buenas para cualquier dieta y en cualquier menú. Mi abuelo se sorpredía cada vez que me veía tomar tantas cosas siempre con lechuga de su huerta (que en serio empecé a comerla porque me gustaba la combinación del verde con las patatas amarillas y la carne marrón). Miren si me gustan que tengo una falda hecha con un mantel de ensalada estampada.
Después de comerme las de mamá, de hacerlas para mí sola en la cocina roja, y de hacerlas para dos en la cocina-estudio, pues sólo me faltaba pintarla, mezclando los ingredientes con los pinceles.
Pero esta es de corazón (desde que hace años lo escuché en una canción de Amaury Gutierrez). Este verano encontré los ingredientes exactos, y los metí en la maleta. Pensaba acabarla en México (pues ahí la puse a punto). Pero tuvo que regresarse para aliñarla (será que necesitaba sal y limón a la mexicana, pero con el toque exclusivo del aceite de oliva español). Como uno más de los ciclos de la vida, en cuanto acabe de secar el óleo volará de nuevo a tierras mexicanas, de principio a fin y vuelta al inicio.
Es una ensalada cultural, visceral, aromática y muy colorida. Como los trajes de los huicholes, como mi paleta, como las pulseras que me arropan, como las paredes que me cobijan, como la ropa que clasifico por colores, como los sueños que pinto antes y después de vivirlos.
Eclipse de carambola.
Calamar perdido en las nubes.
Jitomate compartío... De dos.
Chile oleoso.
Rodaja viva... Esto va por F.K.
Marthazul de tierra y mar.
Marthazul de tierra y mar.
2 comentarios:
Es la enslada más anecdótica que he visto, desde principio a fin, solo falta colgarla en su lugar.
Guaooo!...hermoso, poético y con una gran historia que contar. Había visto las fotos de esta pintura pero núnca me leído parte de su historia en tu blog.
Con todo este relato,se me abrió el apetito por una ensalada a la cual le pondré bastante corazón como tú a esta ensalada maravillosa y colorida y a todas las obras que realizas. Un fuerte abrazo Marta!.
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