Estoy viviendo muchas nuevas realidades en este tiempo que la vida me regala por este lado del planeta. Harta de esquivar carritos de bebés en las calles de Vilagarcía, con el baby-boom y los 3000 € al parir, me encuentro aquí sorprendida de ver a tantas madres cargando en sus brazos a sus nenes de lo más chiquitos. Y también me conmuevo viendo a ancianos vendiendo lo in-vendible para seguir sobreviviendo en la recta final de su viaje. Como este señor, a la salida del hospital, reposando su cansancio en un hermoso árbol, ambos viendo pasar el tiempo y con tantas historias tatuadas en sus raíces.
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