Pinté Sinfonía de azules frutales sabiendo que sería un cuadro tan azul como musical. Le dediqué todo un mes, hace ya tres agostos, para sumergirme en ritmos azules y frescos siempre necesarios.
Unas algas bailan en el mar y se convierten en una clave de sol que marca el ritmo del cuadro. Un mar inspirado en mares galegos y mares mexicanos de diferentes océanos.
La clave de sol y la mariposa monarca son elementos protagonistas de dos cuadros que pinté hace tiempo: Mi mejor canción y Lluvia al corazón, con diferentes destinatarias pero muy musicales, y que siempre recordé que le habían gustado a quién iba a recibir esta nueva obra. El toque frutal fue por puro gusto personalizado del nuevo destinatario (profesional de la industria de la música), con la gracia de los aparentes azules sinfónicos.
Pero además fue un trueque artístico que siempre agradeceré haber podido llevarlo a cabo, y que marcó un antes y un después en mi carrera profesional, porque tan importante es ofrecer un intercambio como que lo acepten.
Marthazul, verano 2015
Óleo sobre lienzo; 22 x 35 cm.
Destino: Madrid
Óleo sobre lienzo; 22 x 35 cm.
Destino: Madrid
Ahora, tres veranos después, elegí esta pintura como imagen para las postales que regalaré a futuros clientes, junto a las renovadas tarjetas de presentación (ambas diseñadas por A.Metztli) que también tienen mucho sabor a mares cambiantes y a frutas de otros oceános.
Fotos: Marthazul
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