jueves, octubre 04, 2007

Volando y aterrizando

París estaba muymuymuy gris.
Larga cola de espera para pasar y tiempo justo para embarcar.



Después de llevar muchos días casi sin dormir, nada mejor que subirse a un avión
 para olvidarse de todo. Sólo saber que estás volando y soñando.
Desconexión total.
Literalmente en las nubes... Inspirándome para las expos que me esperan.

Llegando a DF: más de 12 horas, y ya no sabía cómo poner las piernas; pero el azúcar voló y aterrizó bien, igual que las maletas. Pasé sin problema en la aduana (sin anécdotas especiales como la vez anterior). Sólo que puedo quedarme por 180 días. Ummm, qué tentación... Bienvenida!!


Quise traerme un recuerdo muy especial de mi abuelo. Era una de las flores que lo acompañaban el viernes, cuando fui a visitarlo antes de irme. Pero me tocó el semáforo en rojo y tuve que abrir las maletas. No me permitieron entrar al país con un ser vivo, me dieron un resguardo conforme iban a quemar la gerbera, y como excepción me dejaron hacerle una foto. Gracias. Sin darme cuenta una flor como esta será algo muy especial en este viaje.

Al fin llegué con mi concentrado equipaje, lleno de sorpresitas y muchas emociones. Ya en las primeras horas conocí a unas cuantas personas que me recibieron muy bien. Y las que me quedan. Gracias por la acogida, y por reservarnos los chistes de gallegos. Cené pozole o algo así. Y después otras infinitas horas dando vueltas en un bus, donde me mojé los pies para llegar a Tepic, y descansar.


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