Marta, 2000
Así firmaba por ese entonces, en México descubrí que la hache intercalada que me escribían de manera natural, aquí incomodaba con su silencio, y me la adjudiqué al nombre artístico.
Escrito en primavera de 2023:
Tengo muchas obras inspiradas en Frida y sus cuadros, como algunos grabados o sus latidos de tehuana, pero éste
es mi único retrato oficial de Frida. Lo pinté en junio del año 2000,
terminando 2º de Bellas Artes, porque tuve que ir al examen final.
Teníamos 3 profes a lo largo del curso. Una profesora me puso un
aprobado porque "no hiciste la opción que yo te dije, si no la que tú
decidiste" (ahora es profe de una ex alumna mía y se entienden); la otra profesora me puso un notable diciéndome "es un
cuadro muy bonito, está muy bien pintado, pero no lo pintaste en clase"
(la timidez me bloqueaba para pintar en clase rodeada de gente des-conocida);
el otro profesor me suspendió todos los trabajos que hice, porque los días de
sus clases, iba vestida con camisas de mi padre y super tapada para que
él no viese ni medio centímetro de mi piel (tenía compañeras que se
medio despelotaban para sus clases y aprobaron como si nada). Por eso, me mandaron al examen. Un mes después, el profe de pintura que me dio clases en 1º y 5º, visitó una expo que hicimos varios colegas, y lo que más le gustó fue la obra que tuve que repetir y jamás fue del agrado para ese otro profe baboso. Así "la educación artística".
El
examen de junio fue así: Nos indicaron que llevásemos nuestros
materiales de siempre con un lienzo de 100x70cm (así de bolsillo, tan
incómodo de cargar con todo lo demás). Llegaron 1 hora tarde, ni se disculparon. Nos
dijeron que el examen consistía en: Pensar una obra de arte conocida y
reinterpretarla en ese lienzo. Entre Graciela Iturbide, Mona Hatoum, Ana Mendieta y Frida Kahlo, elegí "Diego y yo" a modo de corazonada.
Nos
indicaron que fuésemos a la biblioteca a buscar esa imagen, que
podíamos fotocopiarla y luego pasarla con el proyector. Subiendo las escaleras a la biblioteca y bajando a copistería, iba decidiendo qué
obra elegiría de las seleccionadas, y llegando al cuarto del proyector de
opacos (la única vez que lo utilicé porque el tiempo se agotaba,
pareciera una premonición de concurso de la tv donde todo es veloz y "te
la juegas") esperé mi turno, y como "me molesta" el dibujo para pintar
encima por eso casi nunca dibujo, marqué varios puntos para encajar el rostro de Frida, dejar
espacio a lxs demás compañerxs, e irme corriendo al aula para comenzar a
mancharlo de color.
Por
suerte, no nos pidieron "obra finalizada" (más les valía), y lo terminé
tranquilamente, dándole retoques finales ese verano en el estudio que tenía en casa de
mis padres, antes de que el otro conviviente me lo destrozase todo por pura envidia y celos enfermizos. Recuerdo
también que unos minutos antes de terminar el tiempo del examen,
pasaron rondando a todxs para recordarnos los minutos restantes. En ese
paseo, sin mirarlos pero sintiéndolos en mi espalda, escuché algo así:
"Vaya caña le dio".
Cuando
recogí los materiales, dejé la obra con los datos y me fui cargando el
maletín de óleos, atravesando la clase porque buscaba un rincón donde
no estar demasiado rodeada, casi huyendo de ese lugar tan desagradable
para mí durante 6 años, y medio vi que la mayoría de examinadxs no habían
avanzado tanto su cuadro. Entonces me di cuenta, una vez más, de que
pintar tantos cuadros con mi profe Roberto M. Estanga desde que era bien
pequeña y daba saltitos para cubrir la parte de arriba de los bastidores,
de que yo sabía pintar, pero la mayoría de esos profesores me hicieron
creer con sus comentarios (a veces ofensivos e hirientes por quedarme
callada) que yo jamás sería pintora.
El
tiempo que estuvo colgado en casa, alguien con quien tuve que convivir
soportando demasiados años de violencia familiar, exigía siempre de malas maneras, cambiarlo de
pared porque
al cruzar el pasillo "esa mujer fea lo perseguía con la
mirada". Ese cuadro "horrible" molestaba y asustaba a un violento y acomplejado marqués, como le decía la sabia T.
En
2005 lo pude trasladar a "mi habitación azul" y siempre que vuelvo a
ver mi interpretación, pienso en mi colección de libros de Frida Kahlo,
desde aquel libro gordo de bolsillo que iba leyendo mientras caminaba
hasta los demás que sigo coleccionando, en la película de Julie Taymor con Salma Hayek, en las visitas a sus casas de Coyoacán y la de San Ángel con sus correspondientes Besosdearbol, en los cursos online a los que asistí organizados por Lupita y Perla de la Casa Azul, en sus plantas y en el cuadro "El jardín de Frida" que logré terminar de pintar el
verano pasado y convertí en un calendario tan querido. También en todos los Diegos o
Dieguitos que pasan por nuestras vidas, en el sufrimiento del cuerpo y
del alma, en la emoción de saber observar una flor para luego pintarla, y
en todo lo que Frida pensaría al ver en quién la "hemos convertido". Siempre
pienso que nos mandaría a todxs a la chingada y luego brindaría con su
columna rota, sus trenzas y todas sus flores.
Ahora,
buscando información, veo que ese cuadro "Diego y yo" que Frida Kahlo
pintó en 1949 fue el último autorretrato de "busto completado" que se
vendió por tropecientos millones de dólares convirtiéndolo en su cuadro más valorado (económicamente hablando) que supuso un record para la marca Frida y la obra de arte latinoamericana más cara vendida en subasta. Yo la elegí teniendo aún 19 años, y quise transformarla manteniendo
el autorretrato de la pintora, de quien en ese momento sabía muy poquito de
ella, apenas la canción de Pedro Guerra. Eliminé a Diego, y en su lugar
puse un corazón humano, haciendo que la sangre de ese corazón se
convirtiese en lágrimas y en venas a modo de cabellos más que vivos, porque a día de hoy, sigo creyendo que hacemos lo que nos diga el corazón, pase lo que pase.
El título que elegí, Una queriendo ser dos,
está inspirado en una canción de Noa, que escuchaba mucho durante esos
años. Quizá todas en algún momento queremos ser dos, porque todas somos
muchas cosas, más que dos, pero a veces quizá todas soñamos con ser más
una que la otra, aunque al final, el corazón nos guía y nos hace llorar y
sentir, expresar y sonreir, descubrir y amar, o como dice la canción "fundirnos en un corazón" cuando la vida nos dice que estamos predestinadxs a vivir entre árboles y mar.
23 años después puedo decir que aquí sigo pintando, cuando la salud y la inspiración me lo permiten. Gracias Frida.
**Actualización Inverno_2024: Ya por fin volvemos a estar juntas, desde el pasado octubre mi espacio es tu espacio. Y desde hace unos lluviosos días de febrero te vuelvo a ver a diario, siempre sorprendiéndonos. Por fin estás en una pared segura, dudo si la definitiva, pero al menos segura. Junto a diferentes obras disponibles de las forzadas "Rebajas EspAciales". Gracias por tanto.