viernes, junio 07, 2024

El realismo íntimo de Isabel Quintanilla

Después de mi especial viaje a León para ver la exposición de Ana Mendieta en el Musac, me animé a ir a ver otra expo, pero esta vez con mi mochila de árbol y en el mismo día. Ida y vuelta aprovechando que el AVE se detiene en el pueblo y de paso comprobar su rapidez y eficacia, a cambio de sentir también cómo taladraron las montañas para hacer túnel tras túnel y vencer a la contrastada geografía que hay entre Galicia y Madrid.

La salud de lxs habitantes de la casa jugó a nuestro favor y allá me fui. Solo y sola para ver la expo de Isabel, con sus flores, sus puertas, sus ventanas, sus horizontes, sus detalles, sus luces, su delicadeza... 

En el viaje, después de parar en Zamora y disfrutar las vibrantes manchas rojas que formaban las improvisadas amapolas primaverales entre los campos de regadíos tan infinitos como planos, y comunidades de pinos de vez en cuando, recordé que hacía casi 18 años que no visitaba el Thyssen, y lo había hecho en una ocasión especial, qué raro en mí ;) Septiembre 2006, mi supuesto colega LH de WarnerMusic me regala una entrada a la discoteca Pachá para asistir a un concierto promocional del nuevo disco de entonces de los Maná, donde solo había vecinxs de Madrid y gente famosilla. Me entregaron mi entrada, disfruté el concierto, pasé a la zona vip, posé junto a la banda como si fuera una integranta más, y el mero F. Olvera se despidió de mí con la inolvidable frase de: "El verde es el azul que se va"... Me fui envuelta en azules, y al día siguiente, para hacer tiempo mientras no salía mi vuelo, decidí entrar al Thyssen, ver con muuucha calma su colección permanente, y disfrutar como nunca lo había hecho, deteniéndome a observar las pinceladas de algunos cuadros clásicos y modernos.

"El realismo íntimo de Isabel Quintanilla" fue una exposición temporal del 27 de febrero al 2 de junio de 2024, que se pudo ver en el Museo Nacional Thyssen Bornemisza.

Me enteré en las redes de la existencia de esta expo, y desconocía por completo a la gran artista. Agradezco desde aquí especialmente a Nerea Pérez de las Heras y a Carmen G de la Cueva por sus compartires, escritos y recomendaciones para ir a ver mucho más que "Pensamientos sobre la nevera".

Debo decir que me impresionó negativamente el gentío desde que el tren se detuvo en la estación final Chamartín-Clara Campoamor. Ahora entiendo lo que dicen Quequé y su equipo en Horaventipico y su turismofobia. Incluso dentro de la exposición hubo momentos en los que se escuchaba el típico Shhhhhh 🤫 porque había sonido de mercadillo que contrastaba con el silencio, la quietud y las ausencias en las obras de la señora Quintanilla.

Éramos una gran mayoría de público femenino de todas las edades, y eso no lo sueles ver en cualquier exposición, cosa que me agradó. Será porque sus escenas retratadas nos remiten a escenas cotidianas que podemos ver o recordar en las casas de nuestras abuelas o madres o tías, o incluso en las nuestras. Una cortina, un vaso, un mantel, una ventana, un dedal, frutas y verduras, carnes y pescados... plasmados con técnica y cuidado magistral. Salir al patio, retratar a sus árboles y plantas. La higuera, los pensamientos, las rosas, las petunias... Salir de su casa, acompañarla en sus viajes pintados del Jarama y del Cantábrico hasta la académica y cautivadora Roma. Todo esto y más, retratado con una técnica impecable, tanto pintura al óleo como acuarelas y dibujos. Con el toque extra de percibir que era una casa de artistas y un niño en tiempos de posguerra. Ella pintora, él escultor, y sus materiales de trabajo apareciendo en escena con la cotidianidad de convivir.

En la expo me acordé de algunos de "mis profesores" de la facultad que presumían saber de pintura. Ay, cuánta ignorancia... Y también recordé que siempre te hablan del más famoso de turno, un tal señor Antonio, cuando en el grupo de realistas madrileños, eran más mujeres que hombres. El regalo de la expo era ver una salita con obras de sus compañeras: Amalia Avia, María Moreno y Esperanza Parada.

Me emocioné con la mayoría de texturas, la brisa del mar, la calma de la meseta, las vistas a través de las ventanas, los detalles que siempre pasan desapercibidos y para Isabel eran puro latido en su realismo íntimo, ahora compartido. Gracias especiales por los retratos de las flores y árboles que cuidabas. 

Al salir, bajo la sombra de castaños de indias y magnolios de la entrada del Museo, me tomé una bolsita de patatas Bonilla que había llevado con frutas en mi mochila, por eso de equilibrar mis glucemias. Caminé un rato por el paseo del Prado, volví a saludar a un árbol besado hace años, y decidí regresarme a la estación, para llegar unas horas después, y volver a disfrutar la calma de vivir en un pueblo.

Ahora, que ya terminé de leer el catálogo de Ana, mientras el de Isabel está en camino, pero habiendo leído la guía didáctica que compré ese día junto a otros recuerdos ligeros de equipaje, alucino con algunas coincidencias. Artistas mujeres de diferentes generaciones y orígenes, que no creía tuvieran tanto en común. Gracias por haber existido y por haber tenido la oportunidad de ver vuestras obras en directo. Gracias por cuidar y mantener viva mi inspiración.

Fotos: Marthazul

No hay comentarios:

Guizmo y sus 40

Ahora sé que Guizmo , el auténtico ;) encontró hace mucho un hogar donde sí lo cuidan y respetan, que con el paso de los años ya puede come...