Así estuvimos un par de días, con las 2 grandes telas extendidas por el suelo de mi estudio, y nosotros pues también, al nivel del piso, pegados a cubetas de agua y pinceles. Nos dolían las piernas, la espalda y todo el cuerpo, hasta se nos cerraban los ojitos. Pero no podíamos/queríamos parar. Me rendí unos días antes, pero como con óleo no podía hacer todo eso, ahí me apoderé de los acrílicos del maletín de Augusto, con manos, pies y corazón a la obra.
Y después de muchisísisisimas horas sin parar de pintar, y con el tiempo justo para ducharnos e ir al aeropuerto a buscar a un par de mexicanos inolvidables, Augusto bajó las telas a la calle para fotografiarlas desde mi balcón. Interesantes no?? Pues a ver cómo las vemos el día 6 (y todo el mes de septiembre) colgadas desde los balcones de las históricas calles de Betanzos. Además ojalá y estemos juntos pues el cuadro de Augusto es el 16 y el mío el 17. Xuntiños nas balconadas ;-)
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