Ainhoa (la que fui).
Paula, Cristina, Irene, Marina (las que fuimos).
Cuando casi todas ellas soñaban con ser princesas vestidas de rosa, una prefirió convertirse en niña-flor blanca y azul.
Empezando a definir historias de sirenas
que volaban en una estrella para alcanzar la luna.
Y quiso evadirse de ese mundo rosa de príncipes azules inexistentes,
para sentir a flor de piel el verdor más intenso.
Porque sus alas la guiaron por un camino lleno de luz.
Luchando por no detenerse en las insípidas monotonías.
También reposando
y cansada de tanto caminar a veces.
Corriendo de aquí para allá con su bolso a cuestas y lleno de...
Parándose a beber,
y a sentir el aire de los árboles y a besarlos.
Soñando siempre con nuevos caminos.
Manchando sus zapatos blancos o negros.
Nunca de tacón.
Porque se siente más lindo eso de volar con los pies en la tierra
para acariciarlos con esas sorpresas de mil colores.
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