Marta, 2000
Así firmaba por ese entonces, en México descubrí que la hache intercalada que me escribían de manera natural, aquí incomodaba con su silencio, y me la adjudiqué al nombre artístico.
Escrito en primavera de 2023:
Marta, 2000
Así firmaba por ese entonces, en México descubrí que la hache intercalada que me escribían de manera natural, aquí incomodaba con su silencio, y me la adjudiqué al nombre artístico.
Escrito en primavera de 2023:
Milpa de mi Corazón (Acrílico sobre lienzo; 1 x 3,20 m)
Marthazul, primavera 2021.
La propuesta era el maíz y los 4 elementos. Pensé en milpa y un horizonte que uniese las 3 piezas del mural. Elegí una planta de maíz donde se viese desde la raíz a las hojas, flores y mazorcas, inspirada en diferentes plantas reales que gente de Galicia y de México cuida en sus tierras.
El maíz es el protagonista por eso está en el centro de la obra. A ambos lados están los cuidadores de la milpa. A la izquierda un nopal y a la derecha un maguey, también versionados en plantas verdaderas de aquí y de allá.
De todas las referencias que tenía, elegí un nopal de los más débiles que vi hace años en la zona de Teotihuacán, añadiéndole la penca media luna de otro de los infinitos nopales que hay frente a la pirámide del Sol. Las espinas son de diferentes colores, y en algunas pencas las sustituí por puntos típicos de bordados de ropa, a modo de diferentes puntadas de hilos que se pueden ver en las variadísimas prendas bordadas por manos indígenas, como el punto cruzado de las artesanías huicholas.
El nopal crece rompiendo un tejido que semeja un mantel de color rosa mexicano, que podría estar en cualquier mesa para servir comida. Junto al nopal vuela un colibrí que va en busca de una flor bordada, y en el mismo cielo revuelan hojas y flores de plantas de diferentes jitomates.
Las flores voladoras, que se ven en la primera parte, son detalles de unas artesanías típicas de barro de Metepec. Abajo crece una planta de calabazas galego-mexicanas con hojas y flores trazadas con líneas a modo de figuras de artesanía huichol. También vuelan diferentes flores de chiles que se van hacia la planta del maíz para seguir cuidando a la milpa.
En el centro cae lluvia como riego indispensable que el maíz necesita, y bajo el que se va enredando una planta de frijol, que le da sentido a la milpa. Abajo hay un gran corazón, imitando las artesanías de latón, con alas de fuego huicholas, que está dando toda la energía y amor a la milpa.
La tierra continúa su horizontalidad y se convierte en orilla de agua dulce y salada. El maguey crece en una zona aislada como metáfora de Tenochtitlán. Las pencas de maguey tienen muy variados usos, entre ellos, cubrir el horneado de algunos ingredientes para cocinar las recetas de determinados tacos. En una de las pencas hay una estrella, que representa el lugar donde vivía la diosa Mayahuel, que su abuela tenía prisionera hasta que ella decidió escaparse con Quetzalcoatl y al morir se convirtió en maguey.
Las mariposas monarca cruzan México desde el norte, una la vi hace años en su camino por Jalisco, y las otras las retraté viendo fotos de un Santuario de Monarcas del estado de México.
Un trabajo de 6 meses, desde pensar la idea hasta firmar el mural, más de 100 horas de decisiones y pinceladas, acompañada de café y mucha música, sobre todo mexicana, para ambientarme y sumergirme en la obra pintada en Galicia con destino a Cascais.
Marthazul, verano 2022.
Casi 37 años viviendo con DMtipo1, y hoy "celebro" 15 años conectada a una bomba de insulina y su respectivo catéter clavado, que solo desconecto en momentos de libertad, con todo el quebradero de cabeza que supone hacer eso que llaman "vida normal". Pinchazos incontables, algunas veces con picores y dolores fuertes, llantos, mareos, sustos de sangre, siempre con cálculos matemáticos infinitos las 24horas, auto-observación y tropecientos pendientes más. A veces decido recluirme, para seguir caminando.
Sigo con el mismo cacharro desde junio de 2016, porque aunque la pandemia fue la excusa para muchas cosas, no me la quisieron cambiar "cuando tocaba" en 2020 por mi negativa a llevar sensor de glucemias. Cosa que decidí usar el pasado abril (por cansancio de escuchar a profesionales, y para comprobar en mi propia piel si era cierto lo que decían) y, comprobé que nada se cumplía, y para mí, resultó ser una tortura de 21 días llevar conectada la Tandem, y decidí regresar a la que aún tenía. En este tiempo de estar en el limbo de las desatenciones médicas (en parte motivada porque mi doctora de antes me dijo "Estoy cansada -de ti-, búscate a otro endocrino"), pensé en volver a las inyecciones de siempre. Conseguí que me lo aceptasen, probé y la pasé fatal porque fue un suplicio para mis músculos y mi piel (evidente cambio del cuerpo, con sus achaques y sensibilidades del paso del tiempo), además de que estuve casi un día en hiperglucemia constante con multipinchazos y casi sin comer. Entonces volví a decidir conectarme a "mi bomba", por descarte. No había de otra. Pero también sé que si no me hubiera atrevido, me quedaría con la duda de no haberlo intentado, creyendo que sería mejor.
Aún así, en estos meses revueltos, conseguí algo inesperado por todxs: bajar la dichosa HbA1c que llevaba años trepadita. Y sí, lo logré yo sola, sin doctoras, ni sensores, y con una bomba que dicen que no valía para nada. El remedio, me lo guardo, como uno más de mis tantos secretos.
Toca seguir pensando y tomando decisiones glucémicas sin que nadie lo note, será un super poder que tenemos quienes nos tocó vivir con esto.
Hace relativamente poco, alguien que creía más cercano de lo que casi nadie se imagina, me dijo: "Tú eres muy fuerte y puedes con ese aparatico y mucho más; ya tú sabes, hay que tirar pa'lante". En su momento me lo creí, como todo lo demás que vi y escuché, pero la verdad que tengo momentos en que estoy cansada de ser fuerte, de tener que aguantar, de atreverme a decir lo que siento y que no me escuchen, de que no le den importancia a mis sensibilidades.
Pero aquí sigo, aunque tropiece, aunque me cueste un chingo levantarme, aunque me maree, aunque llore un río, aunque sienta diferente a la mayoría.
Y en parte es porque tengo la suerte de contar con un puñadito de personas que sí saben cuidarme, escucharme y entenderme, a quienes les puedo contar mis dramas y mis luces y me regalan consejos de verdad, aunque siga siendo una diabética indomable.
Y lo seguiré siendo, aunque tenga momentos de absoluta debilidad, de repente aún me queda fuerza para seguir autocuidándome, y lograr enfocarme para trabajar en nuevos proyectos, ya sean lienzos, calendarios o libros, agradables paseos, charlas reconfortantes o inesperados conciertos.
Gracias a lxs de siempre, a lxs nuevxs, e incluso a quienes decidieron
irse dejándome más heridas, pero en especial a quienes seguís aquí, que lo compensáis todo, ya
sea a unas calles, en el pueblo de al lado, o a cientos y miles de km. Siempre gracias.
Fotos: Marthazul
Abrir un cajón, abrir un álbum, abrir una página, y encontrarme con la foto de este mural anti-navideño que pinté para un festival disque ...