El Sol que remueve agua y tierra mientras la sangre corre sin saber por qué... Me emocioné tanto al volver a tenerlo ante mis ojos y mis manos que lo fotografié de mil maneras.
Hoy fui a casa de Mar. Siempre tan atenta y tierna. Iago dormía (qué relax); y Pablito (mi niño de ojazos amarillos) estaba tan guapo como siempre, me enseñó su nuevo cuarto pintado de azul, y se portó muy bien, aunque impaciente por ir al cine a ver una peli de sus dibujos relocos.
Mar aceptó encantada y orgullosa el dejarme exponer su (mi) cuadro para la colectiva "Ruta da Arte" que se inaugurará el viernes 27 en el auditorio de Vilagarcía, donde además se presentará un catálogo con artistas de aquí.
Me gustó volver a ver este cuadro en directo. Lo ví mucho más intenso. Ya no recordaba que su colorido era tan fuerte (parece que en foto pierde toda esa intensidad). Y al verlo recordé muchos instantes: del primer brochazo a la última pincelada más meticulosa; de las canciones que más escuché mientras lo pintaba; de los inevitables momentos de emoción entre rojos y azules; y también recordé el texto que le escribí como complemento especial.
Sentí que se me regresaba un pedacito de mí (aunque solo sea un día porque mañana lo llevaré para el montaje). Pero no es un pedacito cualquiera, no es un cuadro más. Es una pintura llena de sentimientos propios y ajenos. Es una canción con los mejores colores que le haya podido pintar. Es una canción que ha traspasado fronteras y que ha tocado los corazones. Es la magia del sonido en color, en puro color.
Mar: Gracias por tu Sol y toda la luz que nos ha dado.
Jaime: Gracias por la inspiración, allá donde estés te gustará también.
Jaime: Gracias por la inspiración, allá donde estés te gustará también.
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