lunes, julio 15, 2024

Con_ciertos del norte al sur

Encontré la pulsera del Festival do Norte_2005 a comienzos de 2023, haciendo una limpia que parecía interminable. Fue el pasado verano que comencé este texto (uno de muchos), que ahora decido publicar aquí, donde una vez más, voy hilando historias vividas en primera persona.


Mayo de 2005: Festival do Norte en Fexdega. Plena burbuja de casi todo. Mis padres habían vendido la que fue nuestra casa, en la que vivimos algo más de 12 años. Desde entonces el núcleo familiar se desmembra sanamente. Llevábamos un par de días dispersos, que coincidían con otra revisión médica, inauguración de exposición colectiva en un pueblo cercano, aviso de lluvias primaverales y comienzo del super festival. Yo había comprado tiempo atrás mi entrada para los 3 días del festival. Recuerdo ver meses antes un cartel enorme anunciando a los artistas, en una imposible pared de la desordenada, pero enigmática y productiva oficina de la que era entonces la concejalía de Cultura, en la parte de atrás del ayuntamiento; lo vi varias veces mientras visitaba eventualmente a Rosa, Ángela, Chicho, Ana y Roberto (todxs siempre tan amables conmigo) para organizar la que fue mi 1ª expo individual que me programaron para ese septiembre. 

Yo quería ver especialmente a Bunbury y a Orishas. Recuerdo haber visto también a Carlos Jean disfrazado de astronauta, disfrutar de un Enrique muy mexicano en Arousa a pesar de la compañera tóxica en ese concierto, intuir a una desenfocada Amparanoia, y flipar sabiendo que quien cantaba dulcemente eso de “masticando estrellas” estaba comiendo ese día a pocos metros de donde tuve que irme durante aquellas semanas.

El concierto de Orishas era lo más para mí. Era la 3ª vez que los veía, después de Lugo y Santa Cristina. Aún quedaría Ferrol, el verano siguiente, con la sangre en mis botas mientras acompañaba a Roldán para solucionar un gran problema grupal sentados en una acera, seguir la guagua con Ruzzo y las hermanas F&M, pasar al wc de artistas, disfrutar muchísimo aquel show, reirnos por quienes creían que teníamos a Yotuel escondido, y despedirnos con unos versos de Inolvidable en mi mano.

Aquella noche en Vilagarcía me quiso acompañar una alumna de entonces que creía era muy rapera; yo siempre fui la sonera. Antes de poder pasar a saludar a quien creía amigo buena onda, además de gran artista, me tragué una gran mentira por parte de María Araújo, la concejala de Juventud de ese momento, que tras darle nombre completo del artista para poder pasar a saludarlo, me mintió en toda la cara (años después tuve que viajar "con ella" en mi 1ª ida a México y me hice la loca). Decidí contarle mi verdad a un calmado segurata, y logramos pasar. Mi alumna solo temblaba de la emoción. Yo andaba cual pez en el agua, porque los camerinos no eran espacios ajenos para mí.

Recuerdo ver por allí a los de Pereza, tan mingurrillas como yo, pero vestidos de negro. Saludar a Athanai, que entonces era la voz de O’Funkillo, y hablar de quien era nuestro gran amigo en común (el actual guitarrista de Ara Malikian). Con la discreción que desde siempre me caracteriza, aunque llevase la melena de colores y ropa estrafalaria, yo andaba tranquis por allí. Siempre con mi botellita de agua, siempre ajena a cervezas infinitas y demás cubatas, siempre observadora y testigo de tantos secretos de artistas.

Jamás imaginé que casi 20 años después conservaría la pulsera de aquellos 3 días. 

Jamás imaginé ver a un Bunbury que se sentía más mexicano que maño. 

Jamás imaginé que Leiva se convertiría en un ser tan sobrevolarado con palabras tan machistas en algunas de sus canciones, y ser cabeza de cartel de la pasada edición del contaminante e invasivo Atlantic Fest

Recuerdo que aquella noche a Rubén&Leiva moviéndose cual hormiguitas de un camerino a otro como desubicados de todo, mientras Roldán se levantaba, se acercaba a saludarme y me decía que yo llegaría muy lejos (premonición artística de cruzar 9000km para andar entre volcanes, cocodrilos y pelícanos). Yo le agradecía pero intuía que algo más que su tristeza comenzaba a instalarse en su vida, aunque en el escenario pretenda ocultarla.

Y mucho menos imaginé, que quienes consideraba amigos porque ellos me consideraban muy amiga, después de pedirme mi número, ser Azul para ellos en vez de Marta (con lo que eso significa para mí), decirme que yo no soy de esas fans que gritan, compartirnos consejos profesionales y algún trabajo en común, regalarme mucho más que  total access a Le Petit Garage, preocuparse por mi diabetes, pedirme favores pictóricos, o adelantarme canciones por privado de un disco que imagino sigue en el limbo, con secretos personales de salud, domésticos, familiares y demás dramas de escenarios, de hijos y de no hijos, terminarían dañándome tanto, al punto del desprecio y la humillación, por haber sido tan atenta y discreta con sus cosas, por haber cuidado y dejado cuidar, por callar e intentar pasar, por decir lo que percibo, intuyo y siento con sinceridad y corazón.

Resumen: Mujer pintora europea frente a hombres músicos nacidos en Cuba... o en Cataluña, Holanda, México... ¿Qué artista sale lastimada? 

Hay más, con nombres y apellidos, que si les cuestionas algo, o tienen la razón sin contrastar datos o directamente te ignoran.

Si está en vuestras preferencias, despreciar a quien os valoraba tanto profesional y personalmente, pues dice mucho de vosotros mismos.

...

Da igual, porque la rueda de la industria musical aplasta a quien sea. 

Sigamos.

En la edición de 2024 de Atlantic Fest (antes Festival do Norte), que se celebrará el próximo fin de semana del 19 al 21 de julio, una vez más nos privan de parte de la playa durante 3 semanas aproximadamente (privilegiadxs quienes no tenemos líos de movilidad reducida). Antes de que lo anunciaran en sus redes, intuía iban a estar la que consideraba mi banda española favorita: Elefantes

Sí, en pretérito imperfecto.

Por cosas de la vida, por mensajes al olvido, por dignidad, y por sentir haber copado mi límite de solidaridad artística, decidí alejarme por salud mental, dejar de seguirlos (a ellos y a un buen puñado más de rock stars), dejar de comprar su último disco, dejar de creerme sus intentos de jardinería, dejar de comprar entradas para ningún concierto, aunque sea a unos metros de casa. 

Duele, como cantan ellos, pero siempre con otro enfoque, ajeno al patriarcado del que decido intentar alejarme por autocuidado. 

Me quedo con un mogollón de cd's apartados y guardados en los cajones que no abriré por mucho tiempo (como si fuera aquel baño con cosas de Frida en la Casa Azul). Algunos firmados con dedicatorias especiales de accesos vip. 

Una pena que haber traspasado ciertas distancias y tratarnos en supuesta igualdad artística y personal, solo me haya servido para desenmascarar todo lo que no se ve en los escenarios, los muchos disfraces y mentiras. Podría decir que tengo una buena colección de antifaces tan variada como peculiar y repetitiva.

Me quedo con los buenos recuerdos tan únicos, que me inspiraron mucho. 

Me quedo con los secretos compartidos, que guardaré como los discos pero escritos en mis incontables cuadernos.

Me quedo con la fuerza de haber logrado detenerme y no seguir con su juego de músicos intocables, solo aplaudibles.

Si me estás leyendo hasta aquí, y te estás inventando la típica película, es tu problema, la verdad está en mis libretas de mala letra.

Seguiré comprando mis plantitas en vez de tantos discos y sobre todo, cuidándolas, tocando la tierra con mis manos.

Seguiré atendiendo a mi DMtipo1, como mejor pueda y mejor se adapte a la vida. 

Seguiré escuchando algunos discos de voces femeninas, algunas.

Seguiré pintando, y cada quien con sus colores propios.

 

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