Casi 37 años viviendo con DMtipo1, y hoy "celebro" 15 años conectada a una bomba de insulina y su respectivo catéter clavado, que solo desconecto en momentos de libertad, con todo el quebradero de cabeza que supone hacer eso que llaman "vida normal". Pinchazos incontables, algunas veces con picores y dolores fuertes, llantos, mareos, sustos de sangre, siempre con cálculos matemáticos infinitos las 24horas, auto-observación y tropecientos pendientes más. A veces decido recluirme, para seguir caminando.
Sigo con el mismo cacharro desde junio de 2016, porque aunque la pandemia fue la excusa para muchas cosas, no me la quisieron cambiar "cuando tocaba" en 2020 por mi negativa a llevar sensor de glucemias. Cosa que decidí usar el pasado abril (por cansancio de escuchar a profesionales, y para comprobar en mi propia piel si era cierto lo que decían) y, comprobé que nada se cumplía, y para mí, resultó ser una tortura de 21 días llevar conectada la Tandem, y decidí regresar a la que aún tenía. En este tiempo de estar en el limbo de las desatenciones médicas (en parte motivada porque mi doctora de antes me dijo "Estoy cansada -de ti-, búscate a otro endocrino"), pensé en volver a las inyecciones de siempre. Conseguí que me lo aceptasen, probé y la pasé fatal porque fue un suplicio para mis músculos y mi piel (evidente cambio del cuerpo, con sus achaques y sensibilidades del paso del tiempo), además de que estuve casi un día en hiperglucemia constante con multipinchazos y casi sin comer. Entonces volví a decidir conectarme a "mi bomba", por descarte. No había de otra. Pero también sé que si no me hubiera atrevido, me quedaría con la duda de no haberlo intentado, creyendo que sería mejor.
Aún así, en estos meses revueltos, conseguí algo inesperado por todxs: bajar la dichosa HbA1c que llevaba años trepadita. Y sí, lo logré yo sola, sin doctoras, ni sensores, y con una bomba que dicen que no valía para nada. El remedio, me lo guardo, como uno más de mis tantos secretos.
Toca seguir pensando y tomando decisiones glucémicas sin que nadie lo note, será un super poder que tenemos quienes nos tocó vivir con esto.
Hace relativamente poco, alguien que creía más cercano de lo que casi nadie se imagina, me dijo: "Tú eres muy fuerte y puedes con ese aparatico y mucho más; ya tú sabes, hay que tirar pa'lante". En su momento me lo creí, como todo lo demás que vi y escuché, pero la verdad que tengo momentos en que estoy cansada de ser fuerte, de tener que aguantar, de atreverme a decir lo que siento y que no me escuchen, de que no le den importancia a mis sensibilidades.
Pero aquí sigo, aunque tropiece, aunque me cueste un chingo levantarme, aunque me maree, aunque llore un río, aunque sienta diferente a la mayoría.
Y en parte es porque tengo la suerte de contar con un puñadito de personas que sí saben cuidarme, escucharme y entenderme, a quienes les puedo contar mis dramas y mis luces y me regalan consejos de verdad, aunque siga siendo una diabética indomable.
Y lo seguiré siendo, aunque tenga momentos de absoluta debilidad, de repente aún me queda fuerza para seguir autocuidándome, y lograr enfocarme para trabajar en nuevos proyectos, ya sean lienzos, calendarios o libros, agradables paseos, charlas reconfortantes o inesperados conciertos.
Gracias a lxs de siempre, a lxs nuevxs, e incluso a quienes decidieron
irse dejándome más heridas, pero en especial a quienes seguís aquí, que lo compensáis todo, ya
sea a unas calles, en el pueblo de al lado, o a cientos y miles de km. Siempre gracias.
Fotos: Marthazul
No hay comentarios:
Publicar un comentario