Ayer mis colegas me hicieron el favor (intercambio de tareas) de dar la base-imprimación para poder intervenirlo. Me tocó un espacio bastante bueno, porque a pesar de la columna de la luz, tengo el parque enfrente y me da buena sombra.
Llevaba media tarde pintando otros azules en mi estudio... pero decidí salir. En menos de 3 horas di la primera mano a todo mi espacio (2 x 6 m). Ya dejé mi huella de azulagua.
Pero todo lo hice solita. Fui la primera en romper el hielo, o mejor dicho, en romper las olas. Los demás colegas están a la espectativa, ante tanta novedad que para la mayoría supone cambiar a este gran formato y a pie de calle. Dicen que es un reto. Vale, sí, lo es. Sólo que, para mí, no es la primera vez que lleno de color metros de paredes en blanco con una brocha (supuestamente chiquita, como yo ;-) ni la primera vez que pinto a vistas de los paseantes, el sol y los árboles.
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