Este es el ojo que me dijeron que quedaría "para la posteridad" y que duró apenas un mes (por equivocación, parece ser que lo borraron con los demás porque molestaba para la Ruta da Arte). Era un ojo de un metro de ancho que cubría la cristalera central de la sala de prensa del Auditorio de Vilagarcía.
Como canta Shuarma: "Nunca hay nada para siempre ahora lo sé"... Y tanto que lo sé, desde el cristal hasta mi propia piel...
Pero no importa porque lo registré y aquí está... Muy pocos lo vieron en su momento... Que fue un momento de revolución interior, de lo más espeso de mis últimos tiempos... Lo más fuerte... Lo más Azul...
Era mi ojo reflejado después de... Era el ojo de Marthazul que llegó con una luz muy especial, un brillo-conjuro que me sigue iluminando aunque se haya desdibujado, porque sigue viendo todo eso que no se ve.
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