Hoy, miércoles 12, volví al muro a última hora de la tarde, para no achicharrarme como los lagartos al sol. Quería acabar de pegar los espejitos mágicos, y así fue.
Los dejé tan relucientes que hasta se refleja mi corazón (el de la camiseta...)
Así se quedó hoy el muro.
Con todos los pedacitos de espejos que yo quería.
Sorprendentemente algunos de los que pegué el lunes perdieron el brillo, y quedaron como gris oscuro. No brillan y se refleja suave como cristal.
Les presento a David, el dueño de la bici. Le fascina pintar coches, que su padre cuelga orgulloso en su taller. Y a los dos les encantó el cuadro de "Mi mejor canción". Ahora es mi fiel espectador del muro, siempre contemplando mis ondas azules. Hoy le conté historias fantásticas (pero ciertísimas) de mi época universitaria, para que vea que este mundo mola mogollón... Gracias por venir cada día, quién sabe si en un futuro tú también colaboras en proyectos de estos locos artistas.
Con todos los pedacitos de espejos que yo quería.
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