martes, junio 25, 2024

Pancho

 

 Pancho (24 febrero 2020 - 19 junio 2024)
 
 
Pensamos en adoptar a Pancho, que ya llevaba meses habitando AGAE, poco después de la repentina muerte de nuestro querido Cartulino (enero 2020) y por ver a su compañera Libreta buscándolo sin respuesta. Fuimos a la clínica Quetzal de Vigo a recogerlo, le pagamos su billete de tren y viajamos de regreso con él. Los besitos que nos daba mientras esperábamos en la estación eran el presagio de un gran amor.
 
Coincidió su cuarentena de adoptado con el comienzo de nuestro confinamiento mundial, y una larga socialización de 20 meses, de la que nos dieron el alta el inolvidable día después de Regalarlo todo al olvido.
 
Tras la decisiva aceptación de Libreta, pudieron disfrutarse apenas un mes exacto. Ver morir a Libretilla en mis brazos fue tan tierno como doloroso (noviembre 2021). 
 
Pasamos meses solo con Pancho mientras avanzaba el duelo. Luego nos tocó pasar a él y a mí varias semanas en casi absoluta soledad. Semanas donde aprendió a subir a la cama, a ver alguna película conmigo, a acompañarme mientras leía, a escucharme reir y llorar, contándole mis alegrías y mis penas entre pinchazos. 

Casi por magia divina, me demostró que había aprendido a ser un sensor de glucemias peludo y con pompón, porque desde entonces, las veces que tenía algún desajuste glucémico nocturno, era él quien me despertaba para que me revisara el azúcar, dando saltos o regalándome besitos.

Tiempo después adoptamos a Eida (abril 2022), porque lo más recomendable es que los conejos vivan con otrx conejo del sexo opuesto siempre mejor castradxs. Mientras tanto, Augusto y yo, fuimos su manada.

Con Eida la socialización fue muy rápida y llevadera, pasaron más de 2 años juntos literalmente. Eida siempre fue muy respetuosa y buena cuidadora cuando él estaba malito. Se querían mucho, eran inseparables. Pero los últimos meses, Pancho se enfermaba muy a menudo. Siempre lo fuimos salvando, sobre todo gracias al pintor de la casa que tiene muy buena mano como enfermero cuidador. Siempre muy pendientes de él, tanto si salíamos unas horas, como para organizarnos y salir por separado, para que nunca-nunca se quedase solo por mucho tiempo. Siempre observándolo, fueran las 3 de la madrugada, las 8 de la mañana o las 7 de la tarde.

Hace justo una semana nos regaló varios saltos a la cama con acrobacias fugaces llenas de felicidad, siempre con sus hebras de heno pegadas al cuerpo. Nos reímos muchísimo, y empezamos el día sonriendo, quizá para compensar lo que nos esperaba. Esa misma tarde Pancho no quiso merendar. Jarabe, doble pinchazo, papilla, y nada. El miércoles 19 lo llevamos con el veterinario a la clínica San Miguel de Vilagarcía. Decidió que lo dejásemos ingresado toda su jornada. Lo intentó todo, pero cuando llegamos estaba sondado y muy débil. Aún así tuvo energía para al vernos y escucharnos, abrir más los ojillos y girar la cabeza hacia nuestras voces. 

Regresamos con él, no se tenía en pie. Decidí envolverlo en su mantita para que mantuviese el calor. Al poco rato, lo vimos estremecerse sacudiendo las patitas, escuchamos su quejido final y así murió en mis piernas lleno de amor, lágrimas y caricias infinitas.

Eligió irse con la primavera, tan intensa como él. Sabía que ahora podía descansar al lado de su querida Libreta, frente a las caléndulas de Laura, cerca del limonero de Loli, el carballo de Cartulino, y todos nuestros árboles que alguna vez fue conociendo en el balcón. 

Pancho: GRACIAS por todo el aprendizaje, la complicidad, la paciencia, la constancia, el cariño infinito, los saltos inesperados, los besos sorpresa, tu mirada cómplice. Gracias por darnos los tiempos de ir a talleres, a ferias, a exposiciones, al cine, algún concierto, al bosque, al mar. Gracias por estar a mi ladito siempre que podía pintar. El caballete seguro también extraña los besos que le dabas. Gracias a todas las personas que siempre preguntabais por él, y lo cuidabais en la distancia. Ahora toca cuidar a Eida tan bien como lo hacías tú. Te extrañamos y te querremos siempre.


lunes, junio 10, 2024

Más que "Cuatro páginas" en "Cidade de Libro"

Esta semana (de martes 11 a domingo 16) estaremos atendiendo el stand de Tazalunarbooks en la feria del libro "Cidade de Libro" que organizan aquí en Vilagarcía, que por mucho que le llamen ciudad, no deja de ser un pueblo, con río y mar, grande y cómodo, pero pueblo porque una ciudad es otra cosa. 

Y hablando de otras cosas, "Cuatro páginas" es un libro que contiene mucho más que cuatro páginas. Idea de A.Metztli, donde yo fui consejera, ilustradora, escritora colaboradora, fotógrafa, revisora de textos y demás cosillas de ayuda al diseño, maquetación, distribución, publicidad, etc.
 
La presentación será como una plática entre amigas que se des-conocen pero todas participan en este libro colectivo de amor a los libros. Si os apetece verlas, escucharlas, comprar el libro, que os lo firmen/firmemos, y quizá darnos un abrazo, pues os esperamos este jueves 13 de junio a partir de las 6pm en la Feria del Libro (en el parque Miguel Hernández, al lado del Auditorio). Gracias por acompañarnos.
 
 
 

** Aquí dejo el enlace a una nota que publicó hace días el Diario de Arousa, es curioso que la mitad de quienes aparecen en la foto como organizadores/políticos fueron compañerxs repetidores en mis tiempos de instituto. Y aquí la que sacaba sobresalientes y matrícula de honor .......................................... (completemos libremente la línea de puntos).

 

**Si veis la página del concello de Vilagarcía en rr.ss, quizás encontréis el programa de la feria, donde veo que hay días de puros autores masculinos. 

 

Pinche patriarcado 😤 

Que siempre vuelen libres las mariposas.

 

 

viernes, junio 07, 2024

El realismo íntimo de Isabel Quintanilla

Después de mi especial viaje a León para ver la exposición de Ana Mendieta en el Musac, me animé a ir a ver otra expo, pero esta vez con mi mochila de árbol y en el mismo día. Ida y vuelta aprovechando que el AVE se detiene en el pueblo y de paso comprobar su rapidez y eficacia, a cambio de sentir también cómo taladraron las montañas para hacer túnel tras túnel y vencer a la contrastada geografía que hay entre Galicia y Madrid.

La salud de lxs habitantes de la casa jugó a nuestro favor y allá me fui. Solo y sola para ver la expo de Isabel, con sus flores, sus puertas, sus ventanas, sus horizontes, sus detalles, sus luces, su delicadeza... 

En el viaje, después de parar en Zamora y disfrutar las vibrantes manchas rojas que formaban las improvisadas amapolas primaverales entre los campos de regadíos tan infinitos como planos, y comunidades de pinos de vez en cuando, recordé que hacía casi 18 años que no visitaba el Thyssen, y lo había hecho en una ocasión especial, qué raro en mí ;) Septiembre 2006, mi supuesto colega LH de WarnerMusic me regala una entrada a la discoteca Pachá para asistir a un concierto promocional del nuevo disco de entonces de los Maná, donde solo había vecinxs de Madrid y gente famosilla. Me entregaron mi entrada, disfruté el concierto, pasé a la zona vip, posé junto a la banda como si fuera una integranta más, y el mero F. Olvera se despidió de mí con la inolvidable frase de: "El verde es el azul que se va"... Me fui envuelta en azules, y al día siguiente, para hacer tiempo mientras no salía mi vuelo, decidí entrar al Thyssen, ver con muuucha calma su colección permanente, y disfrutar como nunca lo había hecho, deteniéndome a observar las pinceladas de algunos cuadros clásicos y modernos.

"El realismo íntimo de Isabel Quintanilla" fue una exposición temporal del 27 de febrero al 2 de junio de 2024, que se pudo ver en el Museo Nacional Thyssen Bornemisza.

Me enteré en las redes de la existencia de esta expo, y desconocía por completo a la gran artista. Agradezco desde aquí especialmente a Nerea Pérez de las Heras y a Carmen G de la Cueva por sus compartires, escritos y recomendaciones para ir a ver mucho más que "Pensamientos sobre la nevera".

Debo decir que me impresionó negativamente el gentío desde que el tren se detuvo en la estación final Chamartín-Clara Campoamor. Ahora entiendo lo que dicen Quequé y su equipo en Horaventipico y su turismofobia. Incluso dentro de la exposición hubo momentos en los que se escuchaba el típico Shhhhhh 🤫 porque había sonido de mercadillo que contrastaba con el silencio, la quietud y las ausencias en las obras de la señora Quintanilla.

Éramos una gran mayoría de público femenino de todas las edades, y eso no lo sueles ver en cualquier exposición, cosa que me agradó. Será porque sus escenas retratadas nos remiten a escenas cotidianas que podemos ver o recordar en las casas de nuestras abuelas o madres o tías, o incluso en las nuestras. Una cortina, un vaso, un mantel, una ventana, un dedal, frutas y verduras, carnes y pescados... plasmados con técnica y cuidado magistral. Salir al patio, retratar a sus árboles y plantas. La higuera, los pensamientos, las rosas, las petunias... Salir de su casa, acompañarla en sus viajes pintados del Jarama y del Cantábrico hasta la académica y cautivadora Roma. Todo esto y más, retratado con una técnica impecable, tanto pintura al óleo como acuarelas y dibujos. Con el toque extra de percibir que era una casa de artistas y un niño en tiempos de posguerra. Ella pintora, él escultor, y sus materiales de trabajo apareciendo en escena con la cotidianidad de convivir.

En la expo me acordé de algunos de "mis profesores" de la facultad que presumían saber de pintura. Ay, cuánta ignorancia... Y también recordé que siempre te hablan del más famoso de turno, un tal señor Antonio, cuando en el grupo de realistas madrileños, eran más mujeres que hombres. El regalo de la expo era ver una salita con obras de sus compañeras: Amalia Avia, María Moreno y Esperanza Parada.

Me emocioné con la mayoría de texturas, la brisa del mar, la calma de la meseta, las vistas a través de las ventanas, los detalles que siempre pasan desapercibidos y para Isabel eran puro latido en su realismo íntimo, ahora compartido. Gracias especiales por los retratos de las flores y árboles que cuidabas. 

Al salir, bajo la sombra de castaños de indias y magnolios de la entrada del Museo, me tomé una bolsita de patatas Bonilla que había llevado con frutas en mi mochila, por eso de equilibrar mis glucemias. Caminé un rato por el paseo del Prado, volví a saludar a un árbol besado hace años, y decidí regresarme a la estación, para llegar unas horas después, y volver a disfrutar la calma de vivir en un pueblo.

Ahora, que ya terminé de leer el catálogo de Ana, mientras el de Isabel está en camino, pero habiendo leído la guía didáctica que compré ese día junto a otros recuerdos ligeros de equipaje, alucino con algunas coincidencias. Artistas mujeres de diferentes generaciones y orígenes, que no creía tuvieran tanto en común. Gracias por haber existido y por haber tenido la oportunidad de ver vuestras obras en directo. Gracias por cuidar y mantener viva mi inspiración.

Fotos: Marthazul

Guizmo y sus 40

Ahora sé que Guizmo , el auténtico ;) encontró hace mucho un hogar donde sí lo cuidan y respetan, que con el paso de los años ya puede come...